Emoción Tridimensional Aumentada

Las emociones en el proceso de Enseñanza/Aprendizaje

Ponencia realizada en el Salón de Actos del CEP de Sevilla el 28 de Junio de 2016

Empatizar con el alumnado,

conocer su entorno

y aplicar las NN.TT.,

me dan mejores resultados educativos.

Muy buenas, mi nombre es Francisco Pizarro pero me podéis llamar Fran. Soy músico y profesor por vocación. Me encanta la música y dar clases. Creo que es un privilegio y una gran responsabilidad influir en la vida de una persona a través de la enseñanza/aprendizaje.

Voy a compartir con vosotros parte de una ponencia que realicé, hace no mucho, en el Salón de Actos del CEP de Sevilla organizado por Educación Permanente, donde dejé entrever la importancia de las emociones en el proceso de enseñanza/aprendizaje en mi aula y, aunque entiendo que cada alumno es un mundo y cada clase una galaxia…

ojalá mis aportaciones se conviertan en un granito de arena que mejoren o complementen alguno de los mundos que tenéis en vuestras aulas.

Antes de empezar con el tema en cuestión, quiero hacer un marco teórico muy breve de las diferentes fases por las que he pasado como docente.

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He pasado de sentirme muy bien a sentirme muy mal y viceversa.

                          

Son muchos los momentos por los que uno pasa en la vida y, he de reconocer que en ocasiones han influído en mi manera de relacionarme, de  enseñar y aprender.

Otras de las fases por las que he pasado es, cuestionar el sentido que tiene en mi alumnado y en la sociedad la materia que enseño.

Unas veces me he sentido con muchas ganas de trabajar, remando incluso contracorriente

y otras mirando el reloj constantemente.

Todos estos estados emocionales han influido, sin duda, en el proceso de enseñanza/aprendizaje de mi alumnado, mis compañeros, del centro y mío.

¿En que fase me encuenro ahora? En la EMPÁTICA. Y tengo que deciros que me aporta muchos beneficios incluso en los momentos más bajos.

También me encuentro en la fase de «crecimiento como facilitador» por eso no me considero infalible, ni que debo saberlo todo sobre mi especialidad. Hoy en día, tal y como dicen los expertos, la cultura no es sólida como antes, cuya información estaba en los libros, en el aula y en el profesor, sino que es líquida y el conocimiento ya se adquiere de muchas maneras, en muchos sitios y en cualquier momento.

Tal y como dice J.A. Marina en este video  de 2 minutos escasos, el niño tiene tres deseos: diversión, reconocimiento y sentir que progresa. Yo como profesor debo saber enlazar esos tres deseos con el aprendizaje.

 Otra de las cosas que proponen algunos especialistas es el conocimiento de su entorno, para saber que equilibrio emocional tiene el alumnado y de que manera puede influir en su formación.

Existe un proverbio africano que dice: «Para educar a un niño hace falta la tribu entera».

Con la empatía consigo llegar mejor a mi alumnado generando feedback y retroalimentación constante en mi trabajo.

Howard Gardner expone claramente en su libro «Estructuras de la mente», que cada persona tiene unas virtudes en determinados campos y un ritmo de aprendizaje según que temas. Yo desprendo de todo ésto que, cada alumn@ tiene además su carga emocional que debo tener en cuenta a la hora de su formación.

A toda esta etapa por la que paso actualmente la llamo pedagogía osmótica

expresión que yo mismo he acuñado porque me gusta filtrarlo todo antes de actuar, pero sobre todo, las emociones de mi alumnado en beneficio de su aprendizaje.

¿Os doy una vueltecita por mi clase antes de exponer los casos prácticos y así podréis entender mejor por qué me ocurren esas experiencias de las que tanto aprendo?. Venga, ¡vamos a dar un pequeño paseo didáctico!.

Yo antes trabajaba mucho los contenidos

para conseguir resultados

que daban lugar a una emoción.

Es de imaginar que el color del resultado era similar al de las emociones. En ese proceso se me quedaban algunos atrás.

Ahora he invertido el proceso,

es decir, procuro conocer y tener en cuenta las emociones de mi alumnado en primer lugar, para implementar las estrategias adecuadas que transmitan mejor los contenidos, procurando que todos tengan resultados positivos.

En definitiva, aplico el mismo lema para mi alumnado que una de las minas de oro mas grandes del mundo (Super pit) aplica para sus trabajadores: «Que todo el mundo vuelva a casa sano y salvo». Salvando las diferencias de riesgos, yo evidentemente lo aplico en el campo emocional.

Valoro y fomento la colaboración, de manera que en muchas ocasiones mi alumnado y familiares comparten conocimientos, adoptando el rol de profesor muchos de ellos.

Hago tutorías colectivas tipo «mesa redonda», tanto con familiares como con alumnado, donde ellos son los únicos ponentes. Yo solo marco líneas temáticas que me interesan para conocerlos mejor y luego utilizar en el proceso cognitivo, pero nunca doy ni quito razones. Pongo en práctica lo que en creatividad se llama la técnica de la divergencia.

Me convierto en un observador con ganas de aprender.

Utilizo comunidades de aprendizaje sobre temas interesantes que ayuden a la motivación por el conocimiento.

Utilizo el e-portfolio como PLE (Entorno personal de aprendizaje) tanto para ellos como para mí.

Practico con mi alumnado la meditación de un minuto antes de empezar la clase para crear un ambiente positivo como punto de partida en mi aula.

Realizo entrevistas individuales cuando las considero necesarias, para recabar la máxima información y así poder ayudar con más precisión. Trabajo previamente las preguntas para que todo se desarrolle en un ambiente natural y distendido para el alumnado.

Utilizo el sociograma para identificar al lider o al inadaptado, utilizando esta información para mejorar, crear interés e influir en un ambiente idóneo para el aprendizaje.

También gamifico mis clases con la intención de que el niño aprenda en un entorno distendido y natural, de manera que consiga vencer barreras y asimilar nuevos conceptos de una forma lúdica pero con responsabilidad.

Otras de las técnicas que utilizo y me está dando buenos resultados es la «flippedclassroom» que consiste en hacer videos didácticos donde explico nuevos conceptos a tratar en posteriores clases o interpreto piezas para que la oigan antes de interpretarla.

 Y además, en este curso pasado he incorporado a mis clases el libro «Emocionario» donde de una forma sencilla y directa ellos van conociendo las principales emociones por las que pasamos los seres humanos, con la intención de que las asimilen y practiquen para poder gestionarlas y, de cara a emplearlas en sus interpretaciones.

Llegado a este punto redacto el primer caso práctico de los tres que expuse en la ponencia:

«Profe, yo no he podido pensar en nada agradable porque hoy no me ocurrió nada agradable».

Antes de empezar la clase de EE.BB. (da igual el curso), procuro crear un ambiente relajado y propicio para el aprendizaje, y pongo en practica el mindfulness, en este caso la meditación de un minuto  y, lo que pasó después de hacerlo fue bastante curioso.

 Durante el proceso, les iba invitando a que se concentraran en sus respiraciones, además les propuse que pensaran en algo agradable que les hubiera ocurrido ese día (mis clases son por la tarde),que procuraran reproducir las sensaciones que les había producido ese momento, mientras escuchaban los primeros compases del 2º mov. de la Segunda Sinfonía de Rachmaninof, donde por cierto, nos encontramos con un solo de clarinete maravilloso.

 Cuando terminaron su viaje mental, les animé a que expusieran sus experiencias y, tod@s se mostraban deseosos de contarlas. Se sentían felices al compartirla.

Pero habia un@ de ell@s que cada vez se sentía más puduros@ y procuraba mantenerse al margen, hasta que después de escuchar a sus compañer@s sentenció con naturalidad y un poco desconcertad@:

«Profe, yo no he podido pensar en nada agradable porque hoy no me ocurrió nada agradable».

Después de oir esta frase en mi clase, no supe reaccionar, no sabía a qué acudir para restarle importancia al momento y que no se sintiera mal. Me quedé…

¿Sabéis qué?, me vino muy bien no saber reaccionar en el momento, porque a partir de ese momento empezó mi aprendizaje y me dediqué a observar lo que estaba ocurriendo… ¡Sus compañeros acudieron de manera instántanea a su rescate! y se corvirtieron en héroes. Surgió la empatía.

Ell@s le narraban y les ponían muchos ejemplos de las experiencias agradables por la que podía haber pasado y no se había dado cuenta, hasta que consiguió identificarse con algunas de las descripciones que sus compañer@s iban dándole y empezaba a sentirse bien e integrad@ en el grupo.

 Este grupo completo ha alcanzado los objetivos del curso en mi asignatura (clarinete) y, aunque algunos tienen unas aptitudes diferentes a otros, la colaboración, cooperatividad y empatía que se ha practicado desde principio de curso ha ayudado a conseguirlo. Aunque lo que más valoro es que, a través de la música y el clarinete intento formar a mejores personas, reforzando sus competencias teniendo en cuenta sus emociones.

A todo este proceso docente lo llamo «Emoción Tridimensional Aumentada», porque trabajando la empatía procuro conocer las emociones del alumnado y su entorno, reforzando la autoestima y aplicando las Nuevas Tecnologías.

Porque mi objetivo es llegar a ser como mi alumnado, es decir, convertirme en un profe al rescate y no darme a la fuga cuando detecto un problema.

Gracias por leer y comentar. Más adelante publicaré más casos prácticos relacionados con las emociones y el proceso de enseñanza/aprendizaje.